¿En qué se diferencian la llave de carraca, el destornillador de trinquete y el portapuntas manual?
Cada destornillador de un juego de destornilladores es dos veces fijo. Primero, la varilla es inseparable del mango. Segundo, no varían ni la forma ni el tamaño de la punta.
Muy eficaces, de tacto sólido y ágiles —gracias al vástago delgado y su unión firme—, los destornilladores de mano son el buque insignia de la caja de herramientas, si bien no el bálsamo de Fierabrás, pues tienen, como todo instrumento, sus defectos.
Porque hay muchos tipos de cabeza de tornillo. ¿Tal vez demasiados? Cada uno de ellos, además, en varias medidas... De suerte que un destornillador específico para cada combinación exigiría un inmenso arcón con ruedas para llevarlos: la cantiléver se queda chica. Del coste de la colección o el tiempo invertido en buscar el útil apropiado para la tarea... ¡mejor no hablar!
Surge entonces el destornillador de puntas manual. Al estilo del señor Lobo, él soluciona el problema. ¿Cómo? El útil se presenta en dos versiones: con cuadradillo macho (Figura 1) o portapuntas hexagonal hembra (Figura 2). Ambos de ¼ de pulgada (6.3 mm). Aprovechar lo que une a las herramientas (mango y vástago) e independizar lo que las separa (punta) se traduce, así, en un ahorro sustancial de dinero, de espacio y de tiempo.
Recapitulemos, las herramientas portapuntas ya no tienen, como el tournevis medieval, las dos extremidades fijas, sino solo una: el mango, que sigue fuertemente unido a la varilla. Lo que a continuación vamos a ver es cómo dotarlo de movilidad servirá para mejorar la eficacia del giratornillos en su operación.
En un mínimo espacio, el destornillador de carraca encierra una rueda dentada con trinquete (Figura 3). Dicho mecanismo permite que el engranaje rote en un sentido y lo impide rotar en el otro. De resultas, la mano ya no tiene que soltar el destornillador y ahora el tornillo gira de continuo. En cierto modo, el destornillador automático Yankee —precursor del de carraca— fue la semilla del atornillador eléctrico.
En todo caso, la ventaja real de mantener agarrado el mango es librarse de reposicionar la punta sobre el tornillo. Una vez y otra. Y otra. Y otra... Y si eso es deseable en un destornillador... ¡cuanto más en una llave! Porque por ser las llaves herramientas de giro radial (y no axial) su mango topa a menudo con obstáculos que impiden completar los 360º. Pero, calla, aquello que llega allí a lo lejos... ¿no es una llave de carraca?
La llave de carraca encapsula un engranaje cuyos dientes resbalan sobre un trinquete en sentido horario y engranan contra él en sentido antihorario. El propósito de ello es posibilitar el giro continuo de la tuerca. ¡Aun cuando el mango solo pueda oscilar en nimios arcos de circunferencia!
Y, por cierto, si el destornillador de carraca tenía un deslizador anular para invertir el sentido de giro, también la llave de igual nombre es reversible. Porque una pequeña palanca en su cabeza cambia la posición del trinquete.
Sin embargo, puesto que las llaves de carraca son herramientas empleadas para transmitir un mayor par de apriete, existen tres tamaños de cuadradillo. A saber: ¼, ⅜ y ½ pulgada. Por supuesto, la longitud de la varila crece con arreglo a dichas medidas: más larga cuanto mayor el cuadradillo del vaso.
Ahora bien: el lector agudo se habrá percatado de que mi plantemiento es erróneo. Y, si discrepa porque en la llave de carraca no es el mango lo que gira, sino la cabeza... Pues no me cabe más remedio que darle la razón. Porque está en lo cierto.
Así que, para poner el punto final, acabo con una maravilla mecánica: la carraca de mango giratorio. De alguna manera, este instrumento combina la funcionalidad del destornillador y la llave de trinquete. La industria del Paleolítico se llevaría las manos a la cabeza al ver esta llave. Y no es para menos. Porque es capaz de funcionar:
- como carraca clásica: el cuadradillo rota en el movimiento de avance y resbala en el de retroceso y pivota, para ello, alrededor del centro de la tuerca;
- como destornillador de trinquete: al rotar el mango (como quien acelera la moto), una varilla interna engrana en la rueda dentada de la cabeza y la obliga a girar. ¡Bravo! Sobra decir la gran ventaja que supone esta función al trabajar en lugares de difícil acceso.
Y un detalle importante. En todas las herramientas de carraca, cuanto más pequeños sean los dientes del engranaje, menor es el ángulo mínimo de retroceso. ¡Y es que en los sitios más difíciles hasta el arco de circunferencia más pequeño resulta grande!
Para acabar, ¿dejó el destornillador de puntas de carraca obsoleto al portapuntas manual? De ningún modo. Ya que este último es capaz de transmitir un mayor par de apriete por ser su mango fijo y carecer de partes mecánicas. Además, incluye a menudo un cuadradillo en la base donde es posible acoplar una llave de carraca para hacer más palanca.
En conclusión, ¡las virtudes y los defectos de una herramienta son inseparables!