De tipos de clavos según su forma, función y material
Nada da más rabia que dejar un proyecto inacabado por falta de clavos. Clavos, tacos y tornillos constituyen material de bricolaje que todo manitas debe tener en casa.
Paul Hasluck, escritor y pionero del HTM, estimaba que existían alrededor de 300 variedades de clavos en 1903. Muchos de ellos, sobre todo los forjados, están ya en desuso. Y viceversa, hoy contamos con nuevos tipos de clavos.
Es capital, pues, deslindar qué tipos de clavos puedes usar en tus trabajos de carpintería y bricolaje: he aquí el propósito de esta breve guía. Veremos también, no obstante, algunos clavos raros usados para fines muy distintos al habitual.
¿Qué es un clavo?
La palabra clavo viene del latín clavus. Se define como 'pieza de metal larga y delgada, con punta en un extremo y cabeza en el otro, usada para unir maderas entre sí o sujetar una cosa a la pared'.
Esa cosa que sujetas a la pared puede ser un cuadro. Como ejemplos de la primera y principal función del clavo, piensa en las tablas de un palé, el marco de una puerta o suelos de tarima sobre rastreles.
Si los tornillos se giran con destornilladores y taladros, para clavar clavos, se usan distintos tipos de martillo, en especial el de uña. Asimismo, existen herramientas alimentadas por energía externa: clavadoras neumáticas, eléctricas, etc. (no hablaremos aquí de los clavos o brads en tiras o bobinas que usan tales máquinas).
Sin más rodeos, ¡vamos al caso!
Clasificación de los tipos de clavos
Un clavo consta de tres partes: punta, cabeza y caña. La caña también se llama fuste o vástago.
Se pueden clasificar los clavos con arreglo a dichas partes, pero también según otros criterios: material, función, proceso de fabricación, etc. A continuación, veremos los tipos de clavo más comunes.
Tipos de clavos más habituales
Clavo estándar de cabeza plana
El clavo más común es el de cabeza plana y caña cilíndrica. Se usa en carpintería en general, en trabajos estructurales con madera, para armar bastidores, etc. Helo aquí:
El clavo de cabeza plana mide entre 15 mm y 150 mm de largo. El diámetro de su cuerpo (de 2 mm a 6.4 mm aprox.) crece con la longitud.
Una ventaja del clavo estándar es que es fácil de sacar. Puedes usar para ello tanto el martillo de orejas como herramientas sacaclavos. ¿Una pega? Resulta difícil hundir su cabeza en la madera sin rajarla. ¡Eso nos lleva al segundo tipo de clavo!
Clavo de cabeza perdida
¡No creas que este clavo perdió la chola en las guillotinas de la Revolución francesa! Bien distinta es la razón de su nombre, a saber: su cabeza desaparece o se pierde en la madera.
Lo anterior obliga a que el diámetro de la cabeza apenas sea mayor que su cuerpo. Por otra parte, esta no es plana, sino, grosso modo, tan gruesa como la caña.
Como el cometido del clavo de cabeza perdida es ocultarse en la madera, y puesto que la cabeza apenas vuela sobre la caña, sacarlo es muy difícil (al revés que el clavo anterior). En cambio, puedes hundirlo en la madera sin riesgo de rajarla. He aquí su otra virtud.
Clavo anillado
Los clavos estriados se reservan para fijaciones permanentes ya que, como los anteriores, son difíciles de extraer. El relieve de su cuerpo recuerda, salvando las distancias, a la rosca de un tornillo. Así pues, el clavo anillado agarra la madera con firmeza gracias a una serie de anillos o surcos en su caña.
Punta de latón
Quizá ya sepas que los clavos pequeños también se conocen como puntas. Si no es así, te conviene saber que las puntas te serán útiles para fijar maderas finas, listones, molduras decorativas, etc.
Las puntas de latón, en concreto, poseen una ventaja notable: no se oxidan y, por tanto, no manchan la madera. Además, se suelen dejar vistas, pues resultan decorativas por ser doradas. Dos ejemplos de voraces consumidores de puntas de latón son la ebanistería y la industria naval.
Tachuela de cabeza redonda
Consiste la tachuela en un clavo de cabeza ancha, semiesférica, hueca, con vástago más fino que el de los tipos de clavos vistos hasta ahora. Dicho de otra forma: la tachuela viene a ser una chincheta larga.
Puedes usar tachuelas decorativas cabeza redonda para proyectos de tapicería. En efecto, es ideal para fijar tela, fieltro, cartulina, cartón, gracias a su base ancha.
Las hay negras, doradas, en color cobre o con acabado envejecido o martilleado. Otras tachuelas de adorno tienen la cabeza cuadrada o incluso poliédrica.
Clavo para teja asfáltica
De entre 16 mm y 30 mm de largo, y con un diámetro de fuste de 2 mm a 3.2 mm, este clavo se usa para impermeabilizar tejados con tégola asfática, una suerte de teja de asfalto y gránulo mineral de (pizarra) en varios colores.
Los clavos para teja asfáltica se fabrican en acero inoxidable o zincado. De esta manera, soportan la intemperie y no manchan de óxido la cubierta.
Clavo de cobre
Los clavos de cobre también se usan en cubiertas inclinadas, así como en construcción naval. En tejados, por ejemplo, se usan para clavar bateaguas, tiras de goterón y otros materiales de estanquidad al agua cuando dichos elementos son de cobre; en barcos, para fijar tarimas, membranas hidrófugas, etc.
Al igual que los de acero inoxidable, los galvanizados y los de latón, los clavos de cobre no se oxidan. Eso sí, su resistencia es muy inferior a la del clavo de hierro o acero. No resulta difícil, pues, que su fuste se doble.
Escarpia
Escarpia o clavo de gancho es aquel cuyos vástago y cabeza, dispuesta esta última en ángulo de 90º, adoptan forma de L. Si te parece apropiado usar escarpias para colgar cuadros pequeños y medianos, estás en lo cierto: en eso consiste su principal propósito. ¡Así te ahorras taladrar la pared!
No obstante, también existen escarpias con fuste roscado que se introducen en madera, o bien directamente, o bien abriendo antes un agujero guía con un punzón. Son compatibles, además, con los tacos de expansión. Por cierto, encontrarás escarpias en ferreterías con otro nombre: alcayata.
Clavos raros, específicos o en desuso
Vistos los clavos más usados (lo prometido es deuda), vamos con clavos poco corrientes, pero no por ello menos útiles.
Clavo tornillo
No se ha de confundir este clavo de rosca con el anillado. La diferencia que presenta el que nos ocupa es que su rosca, sin agarrar tanto como la de un tornillo, es helicoidal (es decir, forma una espiral que avanza en vez de surcos equidistantes).
El clavo tornillo es la pieza metálica del taco clavo, una variante de taco de expansión para el anclaje rápido de materiales. El taco clavo lo instalas con martillo —de ahí su otro nombre: taco golpe—, pero puedes, dado el caso, desmontarlo con destornillador. A propósito, te hará falta para ello una punta de atornillar tipo Phillips.
Clavo cortado
El clavo cortado, cut nail en inglés, tiene la caña aplanada y en cuña. Se fabrica a partir de chapa de acero en bobina, al revés que los demás tipos de clavo, que en general emplean como materia prima rollos de alambre.
En albañilería el clavo cortado se emplea para sujetar la cuerda de línea en las juntas de cemento entre ladrillo y ladrillo. Además, se usa en carpintería para instalar ciertos tipos de suelo.
Clavos de doble cabeza
Como su nombre indica, este clavo consiste en un fuste sobre cuya cabeza descansa otra, separada por unos milímetros, y casi idéntica. El clavo de doble cabeza se utiliza para construir encofrados, estructuras de madera provisionales, andamios, etc.
A modo de arandela, la falsa cabeza impide al clavo hundirse en la madera. Para sacarlo, por ende, solo tienes que tirar de su cabeza con alicates, tenazas, etc.
Clavo de retranca
Clavo de retranca es aquel cuya cabeza, plana pero paralela al fuste, tiene un agujero trasversal; de modo que, una vez clavado en una primera pieza, permite sujetar otra pieza contra ella en ángulo, para lo cual se hace pasar a través de la perforación un segundo elemento de anclaje, por ejemplo: un tornillo.
Clavo bellota
El clavo de bellota, llamado bellote si mide 13-17 cm o bellotillo (11-15 cm) es un clavo grande, de cuerpo largo y piramidal, con cabeza en forma de tachuela. Con este tipo de clavo se construyen, por ejemplo, la armazón de un tejado o un entramado vertical de madera:
Con este clavo, al que acompañan en la arquitectura de entramados otros tipos de clavo con nombres tan curiosos como estaquilla, media estaquilla, clavo de chilla, grapas, alfileres o agujelas, ponemos el punto final a la sección de clavos raros.
A modo de colofón
Antaño el herrero forjaba los clavos uno a uno. Calentaba para ello en su fragua una barra de hierro dulce al rojo. La ponía acto seguido sobre el yunque y, ayudándose de unas tenazas, golpeaba el metal con un martillo de forja al tiempo que lo giraba. Un cuarto de vuelta hacia un lado... Un cuarto de vuelta al otro...
Así, poco a poco, adelgazaba el fuste del clavo. Una vez formadas las cuatro caras de la caña y aguzada su punta, colocaba la tajadera del yunque y sobre esta, el clavo. El fin de esta fase del proceso no era sino cortar el hierro sobrante.
A continuación, lo acercaba de nuevo al fuego. En último lugar, formaba la cabeza con el martillo; para evitar despuntarlo, sujetaba el clavo en la sufridera.
Mucho ha cambiado desde entonces la manera de fabricar clavos; sin embargo, lo cierto es que los clavos continúan siendo hoy tan útiles como ayer. Si quieres saber más sobre puntas, te invitamos a leer Cómo funciona un clavo.