Clasificación de las herramientas
Las herramientas se clasifican en manuales y alimentadas según su fuente de energía. Hermanarlas según su material también es posible: acero, madera, plástico. Una tercera forma de poner orden y concierto es la que toma en cuenta la función del instrumento para agruparlas.
Si la balanza se inclina a favor del último sistema, clasificar las herramientas por su utilidad obligará a disponer de muchas cestas donde organizarlas. Sin embargo, aquí vamos a intentar desenredar la madeja con solo ocho clases.
Hay mucha tela y está toda por cortar... ¡Así que vamos al caso!
Clasificación de herramientas según su función
La historia de las herramientas comienza hace unos tres millones de años, cuando los primeros humanos comienzan a golpear rocas de sílex. Con esta clase de herramientas empieza nuestra lista.
Golpear, percutir y demoler
La principal herramienta para golpear, y también la más antigua, pues su origen se remonta hasta las industrias líticas de la prehistoria, no es otra que el martillo. Alimentado por energía externa, en esta sección aparece el martillo demoledor, eléctrico o neumático; por músculos, los distintos tipos de martillos manuales.
Herramientas de percusión usadas en la construcción son la almádena y la maceta de albañil. Sin cambiar de oficio, la alcotana se empleza para rozar y picar paredes.
El granete y el martillo de bola le permiten al herrero marcar el centro de un taladro. Mientras tanto, su vecino el carpintero golpea el mango del formón con la maza de madera y ensambla tablas con el mazo de goma.
Cortar, talar y podar
Sierras y serruchos son herramientas usadas para cortar, con precisión o en bruto, madera y metal. Como el grupo anterior, el hombre fabrica instrumentos de cortar desde hace millones de años. Entre los más primitivos se cuenta el hacha de piedra.
En efecto, hachas y azuelas, ya en uso en el Antiguo Egipto, sirven para labrar, ahuecar, moldear, esculpir, desbastar y, en definitiva, dar forma a la madera. También en esta sección se incluye la cuña metálica de abrir leña, una herramienta basada en una de las seis máquinas simples.
Instrumentos de este grupo usados en agricultura y jardinería son la hoz, las tijeras de podar, el arco de tronzar y la guadaña para cortar hierba. Y, alimentadas por gasolina, la motosierra y la desbrozadora.
Sujetar, apretar/aflojar y taladrar
Si la clasificación de las herramientas incluye esta sección, se agruparán en ella los destornilladores; las llaves fijas y sus variantes: inglesa, alavesa, Stillson; los alicates; las tenazas llave; etc.
Por otra parte, se dice que un carpintero nunca tiene suficientes sargentos, piedra angular para la sujeción de un par de tablas. Pero también constituyen notables herramientas de sujeción las pinzas, los tornillos de apriete o ces y el tornillo de banco.
El taladro percutor también pertenece a este grupo. Primero, porque taladrar suele ser una operación previa a la sujeción de una pieza con tornillos, espigas, tacos... Segundo, porque la herramienta sirve, además, para atornillar el elemento de anclaje.
Nivelar, medir y marcar
Mide dos veces, corta una. El viejo dicho también se aplica al nivelar o aplomar un objeto, y a la hora de marcar la posición de un taladro (con un granete) o la de una mortaja (con un gramil de carpintero). Esta categoría, pues, agrupa herramientas que sirven para tales acciones.
Un objeto pesado, una cuerda y un soporte de idéntico grosor al primero: en eso consiste la plomada. La plomada es herramienta capital para el albañil, pues posibilita construir la pared derecha. Pero si los puntos por nivelar están en el plano horizontal —y no distan mucho entre sí—, en su lugar se usa el nivel de burbuja.
Para medir, los carpinteros egipcios contaban con reglas de madera cuya escala las dividía en dedos. Un dedo era la veintiochoava parte del codo, unidad de básica de longitud que medía unos 457 mm. También le debemos al Antiguo Egipto la escuadra y el tiralíneas.
Cavar y trabajar la tierra
Si una piedra selecta sirvió hace millones de años como percutor, una rama sin hojas dura y recta fue el primitivo instrumento para cavar la tierra en busca de raíces y tubérculos comestibles. Pero, dado que la madera es un material orgánico, las herramientas prehistóricas que han sobrevivido son las de piedra.
A esta sección pertenecen la barra de excavar, el palote recto, la pala cuadrada y la de punta redonda. También se incluyen en este grupo rastrillos, azadas, barrenas, cultivadores, horcas y, en definitiva, herramientas para trabajar la tierra.
Un ejemplo de herramienta alimentada para romper tierra para su cultivo es la motoazada (eléctrica o de gasolina) Por otro lado, las excavaciones para cimientos hoy se llevan a cabo con maquinaria pesada, pero se recurre a martillos picadores y palas SDS para abrir zanjas pequeñas.
Tallar, afilar y moldear
He aquí un grupo vital de nuestra clasificación. La importancia de estas herramientas no reside solo en su virtud para transformar el entorno, sino también en su función de puesta a punto del propio instrumento. Por ejemplo: piedras y guías son esenciales para afilar la hoja de las herramientas de carpintería.
Y hablando de carpintería, la ebanistería (es decir, la construcción de muebles), no sería posible sin el formón, el cepillo para madera o el bastren y la argallera. Además, gubias, cinceles y separadores, junto con una máquina-herramienta: el torno de carpintero, posibilitan redondear la madera, esto es, tornearla.
En todo caso, los trabajadores del metal también disponen de herramientas para dar forma al material. Por ejemplo, la lima sustituye a la escofina a la hora de rebajar acero. Canteros y albañiles, por su parte, recurren a punteros, cinceles y cortafríos para moldear la piedra o abrir una regata en la pared (por ejemplo, para empotrar tuberías y cables).
Repartir y extender
No sería fácil saber a qué saco echar herramientas como la llana o la brocha sin la categoría que nos ocupa. Aunque muy distintas en su forma, ambas tienen algo en común: sirven para extender materiales, sea yeso o cemento, sea pintura o barniz.
Así, el carpintero usará un pincel para encolar las piezas del mueble en la fase de ensamble. El pintor empleará una espátula para emplastecer la pared y un rodillo ancho para decorarla. Así pues, se encuentran en este grupo las herramientas para empapelar paredes y buena parte de las usadas para solar y alicatar.
Lijar y raspar
Esta división, la octava, resulta obligatoria para no hacer de la anterior una suerte de cajón de sastre. Evitar el desastre que supondría mellar por accidente el filo de un rascador de pintura con la hoja de la espátula pasa por separar ambas herramientas, por mucho que se parezcan.
En efecto, la segunda herramienta —la espátula— aporta material, mientras que la segunda sirve para lo opuesto, es decir, para quitarlo. De esta manera, esta distinción nos permite hermanar un taco de lija con un rascador de vidrios, por ejemplo.
Por tanto, pertenece a este grupo la esponja con que el alicatador retira el cemento sobrante de rejuntar azulejos. También se admiten en esta familia el cepillo de alambre, así como la lana de acero, pues tales fibras metálicas se usan para limpiar, pulir y restaurar objetos de metal y madera quitando una capa fina de la superfice. Y dos máquinas: la radial (cuando se usa para desbaste) y la lijadora eléctrica.
Conclusión
Clasificar herramientas no es el huevo de Colón. La función de unas herramientas se solapa con la de otras. Además, algunos instrumentos permiten llevar a efecto distintos fines. Por otra parte, la fuente de energía y la forma del útil dan lugar a otros tipos de clasificación.
La clasificación propuesta dista de ser exhaustiva, pero abarca buena parte de las herramientas. Aun algunas específicas, por ejemplo, el cortazulejos, el nivel de mecánico, el cavahoyos de tijera o el tajamatas, encuentran aquí su lugar.
A riesgo de echar por tierra la jerarquía, la clasificación de herramientas se podría reducir a apenas cuatro grupos. A saber: medir, cortar, moldear y ajustar.
Ahora bien, la aquí propuesta no es en modo alguno una clasificación de herramientas cerradas; antes bien, desde ya mismo queda abierta a vuestras propuestas. Porque... ¿En qué cesta poner un mezclador de mortero? ¿Y un soldador de estaño? ¿Adónde va la pistola de aire caliente?